Aprender a transitar las emociones, cultivando a la mujer sabia en nuestro interior.
Hoy quiero hablarte de lo importante que resulta que podamos acoger y respetar las emociones y sentimientos que, generalmente, más nos cuesta transitar.
Me refiero a las emociones displacenteras, aquellas que asociamos de alguna forma con el malestar. Pueden ser la tristeza, el enojo, el miedo, la ansiedad, entre muchas otras.
Y también quiero hablarte del arquetipo de la Bruja o Mujer Sabia, que vive en el interior de cada una de nosotras, y que es súper importante que podamos reconocer y fortalecer en nuestra psique, porque cumple un papel fundamental en el proceso de sostenernos para transitar dichas emociones y sentimientos.
En general, estamos muy apegadas a los estados de alegría, felicidad y expansión. Y está muy bien que disfrutemos de esos estados internos, que los cultivemos; son parte de nuestra existencia humana.
El tema se complica un poco en esto de quedarnos muy apegadas. ¿A qué me refiero con esto? A que solamente queremos estar ahí, o al menos tenemos una tendencia a valorar esos estados como deseables y correctos, en la misma medida que rechazamos otros estados que relacionamos con el malestar.
Esto se traduce en que no queremos sentir miedo, no queremos sentir enojo, o ansiedad, o dolor, o envidia, o un largo etcétera de emociones y sentimientos que también son parte de nuestra existencia humana, y que son tan válidos y necesarios como los otros.
Y esto hace que nos peleemos con lo que sentimos, y al hacerlo nos estamos peleando con nosotras mismas, nos estamos rechazando.
Sin darnos cuenta, nos dejamos solas.
Es tanto lo que nos cuesta transitar esa emoción, que buscamos mil formas para evadirla, para no verla, para no sentirla.
El tema es que una emoción o sentimiento no va a desaparecer porque no le prestemos atención. Muy por el contrario, va creciendo por dentro, se va enquistando, es como una herida de la cual no nos ocupamos y que se termina infectando.
Según lo que sea que estemos “tapando”, puede tornarse en amargura, depresión, ansiedad, pánico, enfermedades diversas.
Esto es una ley: cuando una emoción pide nuestra atención y no la escuchamos, va a hacer cada vez más ruido, va a reclamar su lugar. Y las emociones habitan en el cuerpo, por lo que será justamente el cuerpo el que va a prender la luz roja que nos muestra que algo no está funcionando bien.
Siempre les digo lo mismo a las mujeres que acompaño, paradójicamente, cuanto más espacio le hacemos a aquello que rechazamos en nosotras, cuanto más lo miramos y aceptamos, más livianas nos sentimos, y permitimos que esa emoción o sentimiento siga su cauce natural, que ya no esté enquistada, sino que pueda ceder y transformarse.
Pensamos que es al revés, muchas mujeres me dicen por ejemplo en relación a la tristeza, tengo miedo de que si me permito estar ahí, esa tristeza me trague, de caer en el pozo y no poder salir.
Y cuando le damos la espalda a lo que sentimos, nuestro malestar crece y se multiplica.
Porque además de ese malestar inicial que sentimos, surge otro malestar (muchas veces incluso mayor) que tiene que ver con luchar conmigo misma, esto nos desgasta muchísimo, nos saca mucha energía vital.
Y encima, no logramos acceder a esta información valiosa y necesaria que trae mi emoción.
Porque nuestras emociones siempre nos traen un mensaje, vienen a mostrarnos algo que estamos necesitando, son señales que van esclareciendo nuestro camino.
Y cuando nos negamos a recibirlas, nos perdemos de su guía.
En el corazón de esa oscuridad tan profunda que me asusta, está la luz que tanto busco fuera de mi.
Mi tristeza puede estar avisándome de la necesidad de buscar contención en mi misma y en otras u otros.
Mi enojo puede estar mostrándome que necesito poner límites en el vínculo con algo o con alguien.
Mi miedo puede estar alertándome sobre un vínculo, situación o lugar que amenaza mi integridad física y/o emocional.
El abanico es enorme, y es un camino y una información muy singular en cada caso. Pero quiero mostrarte a través de estos ejemplos lo importante que es escuchar nuestras emociones.
Y acá viene la segunda parte de la cosa.
Para poder transitar estas emociones que nos llevan a lugares de oscuridad, necesitamos apoyarnos en la Mujer Sabia o Bruja que vive en nuestro interior.
Nuestra psique femenina es un lugar muy rico y complejo, en cada una de nosotras viven muchísimas facetas.
Algunas de ellas las conocemos, son esas características con las que nos identificamos, esas de las cuales decimos “yo soy así”.
Ahora, hay otras facetas internas, otros arquetipos o patrones internos poderosos, que residen en nuestro interior de forma latente, y que podemos (y en determinados momentos de nuestras vidas necesitamos) despertar.
El arquetipo de la Mujer Sabia (que también podemos llamar Bruja o Anciana) nos permite acoger lo que es con aceptación.
Es la parte nuestra que ofrece su presencia incondicional a todas nuestras partes, sin juicios, sin exigencias. La Mujer Sabia respeta los tiempos, los ciclos. Sabe que la oscuridad es tan necesaria como la luz. Confía en los procesos. No apura el dolor. Lo vive, lo acoge, lo habita.
La Mujer Sabia sabe que su sabiduría reside en esta escucha profunda de sí misma.
Nos acompaña amorosamente en todo lo que somos, incluso lo que más rechazamos. Es el aspecto interno que no nos deja solas. nos ofrece su presencia incondicional y su corazón.
Te invito a abrirte a este arquetipo, de repente es muy conocido y accesible para vos, o capaz que estás necesitando reconocerlo y cultivarlo conscientemente para transitar esas emociones y sentimientos que tanto rechazás.
Quiero dejarte hoy estas afirmaciones, para ayudarte en el camino de cultivar la Mujer Sabia en vos.
Te invito a escucharlas, dejando que te atraviesen, que resuenen en cada una de tus células. Y si querés, luego podés retroceder el audio, anotarlas y dejarlas en un lugar visible para vos, leerlas en voz alta.
Acojo mis emociones con amor y aceptación.
Me ofrezco a mi misma mi presencia incondicional.
Respeto y honro mi proceso.
Reconozco que la oscuridad es tan necesaria en mi vida como la luz.
Espero que estas palabras sean apoyo y guía para amigarte cada vez más con tus emociones, cada vez más con vos misma, con todas tus partes, con todo lo que viene de vos.
Si querés que te acompañe en el proceso de escuchar y transitar tus emociones, podés escribirme para comenzar un proceso de psicoterapia.
Y si te interesa profundizar en el arquetipo de la Mujer Sabia, en cultivar sus cualidades, así como conocer los demás arquetipos que viven en tu interior, tenés disponible el curso online “Las mujeres que habitan en mi”, que te va a acompañar en un viaje de autoconocimiento profundo y transformación.
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Un gran abrazo,
Anaclara.
SOBRE MI
Mi nombre es Anaclara, soy psicóloga especializada en Psicología Femenina.
Me licencié hace más de diez años en la UdelaR. Estoy posgraduada en Psicoterapia Gestáltica de Adultos/as, y formada como Psicoterapeuta de abordaje gestáltico-sistémico. Estoy certificada como facilitadora de grupos de mujeres, y tengo una amplia formación en arteterapia, violencia basada en género, terapias energéticas, entre otras.
Desde hace varios años acompaño a mujeres comprometidas con su crecimiento personal, a conectar consigo mismas y encontrar sus versiones más libres y auténticas.
Trabajo en mi consulta particular como psicoterapeuta, y dicto cursos y talleres de desarrollo personal y formaciones en Psicología Femenina. También he trabajado como docente en Facultad de Psicología UdelaR y en la Escuela Gestáltica Somos Presencia.
Me llena el corazón de alegría compartir con otras mujeres las herramientas que han sido fundamentales en mi propio camino personal. Con esa intención es que ofrezco los espacios de terapia, cursos, talleres, así como todo el contenido gratuito que comparto en mi web y redes.
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