Los necesarios cambios vitales. Todo fin implica un nuevo comienzo.
La vida se compone de ciclos que conllevan comienzos, finales, nuevos comienzos y nuevos finales. Podemos observarlo en la naturaleza, en el crecimiento de las plantas; en el pasaje de las estaciones; en las fases de la luna (que mes a mes transcurre de la completa oscuridad a la completa luz, y luego vuelve a re-comenzar el ciclo); el ciclo menstrual femenino; los períodos de nacimiento, crecimiento y muerte de los animales y los seres humanos.
De la misma manera, durante nuestros ciclos vitales, atravesamos muchos procesos con sus respectivos comienzos y finales, que implican cambios y marcan diferentes etapas de nuestra vida: cambiar de trabajo, finalizar una relación amorosa o comenzar una nueva, la muerte de un ser querido, una mudanza de casa, de ciudad o incluso de país.
Todos estos cambios significan el final de algo, a la vez que un nuevo comienzo; comienzo que integrará en sí mismo los aprendizajes del ciclo finalizado y superado. En general, este tipo de transiciones nos despiertan miedo, inseguridad, incertidumbres, angustia. La aceptación de que este proceso es natural y necesario para nuestro crecimiento y nuestra evolución en esta vida, nos ayuda a comprender y atravesar los cambios de una manera más consciente y armoniosa.
Para los galeses, Cerridwen es una triple diosa (doncella, madre y anciana), relacionada con los cambios de forma, la vida y la muerte. Esta figura mitológica y arquetípica, nos ayuda a integrar la idea de muerte y renacimiento en nuestras vidas.
Les dejo por aquí un poema extraído del libro “El oráculo de la diosa” de Amy Marashinsky, inspirado en la figura de Cerridwen, para conectar de forma amorosa con la ciclicidad de los procesos vitales.
Yo te doy la vida
yo te doy la muerte;
todo es uno.
Viajas por el sendero en espiral,
por el sendero eterno
que es la existencia,
un devenir constante,
siempre creciendo,
siempre cambiante.
Nada muere que no vaya a renacer,
nada nace que no vaya a morir.
Cuando tú vienes hasta mí,
te doy la bienvenida a casa;
luego, te introduzco en mi útero,
en mi caldero de la transformación,
donde se te remueve y se te tamiza,
donde se te mezcla y se te hierve,
donde se te funde y se te tritura,
donde se te reconstruye y se te recicla.
Tú siempre vuelves conmigo,
tú siempre sales renovada.
Muerte y renacimiento no son más que puntos
de transición a lo largo del sendero eterno.
Imagen: Carta "Cerridwen. Muerte y Renacimiento" de “El oráculo de la diosa” de Amy Marashinsky.
Sobre la autora: Anaclara Falco. Licenciada en Psicología, egresada de la Facultad de Psicología de la Universidad de la República. Formada en Psicoterapia Gestáltica. Maestra de Reiki Usui Tibetano. Gemoterapeuta. Facilitadora de espacios para mujeres.
Desarrolla diferentes terapias y talleres en Espacio Terapéutico.